La Tierra del Ruido

Las ratas ya salieron de su madriguera.
Perros y gatos siguen esperando la llegada de un principe azul benefactor, para salir de las tinieblas.
Será que nacieron condenados a morir en ese mundo oscuro y de laberintos?
El perro nacio perro. Y por más q deje de ladrar, lo mas probable es que muera perro.

La noche es la otra cara de la moneda. Tan real como la diurna, pero con sus propias leyes, sus personajes exclusivos y su vida cotidiana.
Al nacer la noche, nacen el silencio y la oscuridad. Junto con la soledad, el encuentro con uno mismo.
Al nacer la noche, aparecen los vagabundos y soñadores, sus eternos habitantes.

Diez años después

Cuando empezamos con esta aventura, hace de esto ya diez años, nos propusimos hacer un programa de radio para hablar sobre la noche, poesía, literatura, filosofía y sobre todo de Buenos Aires.
Éramos tres aprendices de algo, Miguel, Hernan y Sergio, y no teníamos idea que ibamos a ser cuando seamos grandes.Hoy la vida nos dió una manito para irlo descubriendo y así decidir que camino tomar (o quedarnos al costado del camino).
Hoy sin Miguel, y con las colaboraciones de Matias (el Ratón) y de Alfredo Mercurio, Hernán es un profesional de las comunicaciones (locutor, director de una radio, etc), Sergio un Licenciado en algo, Mercu un experimentador de errores y Matias un gran vividor (nadie sabe vivir la vida mejor que el).
Despues de separarnos profesionalmente mucho tiempo, se dio la oportunidad de reeditar aquel ciclo de La Tierra del Ruido, esta vez por Internet en http://www.blogtalkradio.com/latierradelruido para toda la comunidad argentina y latina en el mundo desde New York y Buenos Aires,
pero con el mismo entusiasmo y ganas de decir cosas.

Seamos Ruido, seamos Noche, seamos Argentinos.


Sergio Mastrogiovanni - Mayo 2007


sábado, 19 de septiembre de 2009

viernes, 18 de septiembre de 2009

Legion de la Buena Voluntad

El pasado Viernes 18 de Setiembre tuve la oportunidad de participar en un evento poco comun, por lo menos para mi. Fui un soldado más de la legión de la buena voluntad (LBV), una institución que se encarga de promover educación y cultura para que haya Alimentación, Seguridad, Salud y Trabajo. La LBV es una organización no gubernamental internacional que lleva adelante programas y proyectos de Desarrollo Humano y Social y es una institución apolítica y apartidaria, por lo cual no recibe ningún aporte económico del gobierno ni de partidos políticos.

La LBV trabaja a favor del logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio colaborando con el fortalecimiento del Tercer Sector de Argentina, con la premisa de que en el país existe el capital social necesario para alcanzar las metas propuestas. Los Objetivos de Desarrollo del Milenio que los dirigentes del mundo fijaron en la Cumbre del Milenio celebrada en septiembre de 2000 son los siguientes:

1. Erradicar la pobreza extrema y el hambre
2. Lograr la enseñanza primaria universal
3. Promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer
4. Reducir la mortalidad infantil
5. Mejorar la salud materna
6. Combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades
7. Garantizar la sustentabilidad del medio ambiente
8. Fomentar una asociación mundial para el desarrollo

En esta oportunidad participé como voluntario junto a ellos en una jornada lúdica en la Casa Cuna. La actividad consite en disfrazarte e ir a los hospitales a jugar con los chicos, leerles cuentos, hacerlos reir y ayudarlos aunque sea por un ratito a que sigan siendo felices.


Para hallar las soluciones reales a todos los problemas humanos, de los más simples a los más complejos, es preciso tener Amor en el corazón. Por lo menos vale la pena intentarlo, no?

domingo, 6 de septiembre de 2009

Un argentino en Nueva York

I love NY - Extraño amor


Sábado a la noche. Entre los rascacielos disfrazados de obra de arte, se ve una luna llena, intentando competir con las luces de esta ciudad que nunca duerme.

Estoy por 48 horas en la capital del mundo, la única, la tan diferente y tan similar a otras ciudades, donde podés sentirte en cualquier ciudad de Sudamérica por momentos, o de Europa de un segundo a otro, y caminando dos cuadras más en medio de cualquier lugar de Asia.

New York tiene ese eclecticismo contradictorio que por momentos te da vértigo.
No puedo dejar de sentirme una persona ajena totalmente a ese lugar, pero sin dejar de sentir que pertenezco a él y que siempre estuve ahí. Estar 5 minutos en el Time Square y ver los miles de Watts de esos carteles que lo iluminan y no dejan que sea noche nunca, al mismo tiempo escuchando no menos de 20 idiomas simultáneamente de tantos turistas que, como yo, no pueden creer lo que ven en esas pantallas gigantes disfrazadas de publicidades móviles.

Me sorprende la tolerancia y la diversidad que veo, que no vi nunca antes en el mundo. Grupos de amigos en los que veo asiáticos, latinos, hombres, mujeres, rubios, morenos, pelirrojos. En el medio de un tumulto de gente en Broadway, un chico negro besando a una rubia mucho más alta que él. No puedo evitar la tentación de sacarles una foto, ya que me parece una propaganda de Benetton.

Es como estar permanentemente adentro de una película. Recordás cada esquina como si hubieses estado ahí, recordás lo que pasaba sin recordar en donde viste esa escena. No puedo dejar de entrar a FAO Schwarz y tocar el piano con los pies como lo hizo Tom Hanks en esa juguetería, o dejar de visitar esos barrios tan personales como Soho, Chinatown, o Little Italy, o los comercios top como los de la Quinta Avenida a la altura del Central Park, o caminar las callecitas de Wall Street y ver a esos tipos corriendo como desesperados, probablemente deseando que una pequeña alza les permita recuperar lo que perdieron (e hicieron perder) el año pasado. Tenía la necesidad de pasar por el Dakota y sacarle, no sé por qué, una foto a ese piso que vió por última vez mi ídolo John Lennon cuando un tipo decidió que debía dejar de vivir.

Miro a los que mantienen la ciudad y recuerdo que fueron héroes por un día, como los bomberos, policías, médicos y enfermeros. Los basureros, que por las noches limpian las toneladas de deshechos que deja esta maquinaria de consumo. A pesar de las diferencias sociales, todos conviven pacíficamente para cumplir su sueño personal, algunos ser más ricos aún, otros ser reconocidos, otros poder regresar algún día a su país de origen sin tener que sufrir escasez de ningún tipo.

Finalmente y como despedida, un dominicano fanático de Maradona me convence que no puedo dejar de dar un paseo en helicóptero sobre Manhattan. Que sólo por ser yo (¿?) me lo iba a dejar en 100 dólares. Veo el sol ponerse como una pelota roja en la línea del horizonte y guardo esa imagen para siempre dentro de mí.

Nunca creí que una ciudad de Estados Unidos me iba a atrapar de la forma que lo hizo NYC, una ciudad que por suerte no se parece a ninguna otra de las que estuve en ese país. Nunca creí que a esta edad iba a volver a quedar flechado de amor a primera vista.